La ética tiene como objeto de estudio la moral dentro de la acción humana. La ética elabora, verifica, confronta y confirma afirmaciones o juicios. Este dictamen ético, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que abarca y contiene términos tales como “malo”, “bueno”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, etc., referido a una acción o decisión. Cuando se emplean sentencias o pronunciamientos éticos se está valorando moralmente a personas y sus acciones y el producto de dichas acciones. Asimismo, se están estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "Este gobernante es un tirano", “El congresista es un corrupto, "Ese hombre es impresentable", "Su presencia es loable", “La juez fue justa” etc. En estas afirmaciones o declaraciones aparecen los términos “tirano”, “corrupto”, “impresentable”, “loable” y “justa” que involucran valoraciones de tipo moral.
La Estética es la rama de la Filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza, también se la ha definido como la "ciencia que trata de la belleza de la teoría fundamental y filosófica del arte". La Estética estudia las razones y las emociones derivadas de la belleza y su némesis. La Estética, así definida, es el dominio de la filosofía que estudia el arte y sus cualidades, tales como la belleza, lo eminente, lo feo o la disonancia.
El Arte es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, a través del cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos. La estética entonces esta íntimamente relacionada con el arte, pues es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar la manera cómo el razonamiento del ser humano interpreta los estímulos sensoriales que recibe del mundo circundante. La estética estudia el conocimiento sensible, el que adquirimos a través de los sentidos. Entre los diversos objetos de estudio de la estética figuran la belleza o los juicios de gusto, así como las distintas maneras de interpretarlos por parte del ser humano.
La creación de una obra de arte no avala o certifica que su creador sea una buena persona, ni que el artista o autor sea afecto y practicante de los genuinos valores éticos o morales. Hay muchos ejemplos en la Historia del Arte y de la Literatura de la separación de ética y estética, un ejemplo puede ser el escritor francés Louis-Ferdinand Céline (“Viaje al fin de la noche” y “Muerte a crédito”), quizás “fue un extraordinario escritor, seguramente el más importante novelista francés del siglo XX después de Proust”… (1) sin embargo su antisemitismo y colaboracionismo con los Nazis y el gobierno de Vichy dejaron mucho que desear a nivel ético. Pablo Picasso, un genio de las artes y un excelente esteta, en su vida privada era todo un amoral, no obstante, la ética y moral en Picasso “viene dada por su trabajo incansable a favor de la belleza, del arte, la vida, la libertad, a favor de la libre expresión”… (2)
Toda esta evidencia lleva muchos a pensar en el abismo que puede existir entre ética y estética. Max Scheler distinguió entre los valores estéticos y otros, como el valor de la verdad y el de la justicia, pero su criterio jerárquico no entraña incompatibilidad entre ellos sino sólo diferencia de rango: los valores estéticos son inferiores a los de la verdad y la justicia.
Sin embargo, esa misma evidencia no debe llevar a la conclusión radical sobre la inconexión e independencia entre ética y estética. Primeramente, los ejemplos citados, no impiden constatar la enorme cantidad de contraejemplos, ya que una cosa es reconocer la posibilidad de que un gran artista no sea una buena persona y otra negar valor moral a sus grandes creaciones artísticas.
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Desnudo tumbado con los brazos hacia atrás. 1911
Egon Schiele |
En ocasiones el autor, artista o creador, en su vida privada o personal, no se fija a los valores que representan y simbolizan en sus obras. En verdad, no faltan razones para creer y pensar que toda obra de arte es inconciliable e incompatible con cualquier forma de degradación moral. Muchas veces ocurre que se eleva a la condición de lo sublime obras que no rebasan el nivel de la excelencia formal o del valor del mero entretenimiento, y es allí donde reside la diferencia del verdadero artista del impostor, este último sólo desea agradar y complacer a la crítica y el público, mientras el verdadero artista o creador sólo rinde tributo y convoca las elevadas manifestaciones del alma y del espíritu.
Una verdadera obra de arte nos lleva o nos muestra el lugar donde habitan la verdad y el bien. Se pudo o se puede dudar de los valores morales de un artista como Egon Schiele , como Picasso, como Jorge Luis Borges , como Tolstoi, como Walt Whitman, más no de los valores éticos y estéticos de sus creaciones u obras.
Céline en sus novelas nos narra un mundo de pobreza, desilusiones e inmoralidades y fracasos con un lenguaje prosaico y vulgar; las pinturas de Egon Schiele nos muestra con lascivia y cierto desenfado cuerpos de niñas en poses sensuales y sexuales que en cierta forma nos remite a la acción pederasta, sin embargo, sus obras tienen una legitimidad estética que sobrepasa muchas veces la moral. El film de Quentin Tarantino “Pulp Fiction” nos regala imágenes violentas e inmorales, ¿y donde dejamos la película “Salo o los ciento veinte días de Sodoma” de Pier Paolo Pasolini? No obstante estos filmes son obras de arte.
Lo divino, lo bello, lo exquisito, por lo general proviene de los más altos pensamientos positivos y morales, pero de igual manera muchas veces busca su inspiración en los hilos miserables de la humanidad, en el barro, en la inmoralidad, como diría Kant: " ‘Con un leño torcido como aquel del que ha sido hecho el ser humano nada puede forjarse que sea del todo recto’ " (3)
El Arte forma parte esencial de la educación de la moral. Quizás Wittgenstein por esto fue que afirmo, en formulación sólo aparentemente paradójica, que ética y estética son lo mismo. Por eso es que a veces encontramos hermosas flores en los barrancos, o vemos surgir blancos lotos del más oscuro fango.
(1) Vargas Llosa, Mario. -- Los réprobos // En: El Nacional. —Caracas.—Cuerpo: Siete Días, pág. 6. Domingo 6 de Febrero de 2011.
(2) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51146
(3) Berlin, Isaiah. El fuste torcido de la humanidad. —Barcelona: Península, 1990.
Por Félix Esteves
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